25/04/2020 | Actualitat > AsiaView

La actual exposición que hospeda Foto Colectania en su sede, Daido Moriyama. A Diary, es una selección de medio centenar de fotografías de Daido Moriyama (Ikeda, Osaka, 1938), el esperado último premio Hasselblad que otorga desde 1980 anualmente la Fundación Ema y Victor Hasselblad en Gotemburgo, con la única excepción de 1980 a raíz de la muerte de este último. Moriyama es el cuarto fotógrafo japonés que recibe este premio precedido de Hiroshi Hamaya  (1987), Hiroshi Sugimoto (2001) y Ishiushi Miyako (2014), haciéndose eco de la vitalidad de la fotografía en el sistema del arte en Japón y en el impacto internacional de la fotografía japonesa en el mundo del arte global desde hace más de medio siglo. Joan Fontcuberta, que recibió este premio en 2013, ha sido hasta ahora el único español que ha sido considerado merecedor del galardón, si bien esto no es un indicador del valor de nuestra fotografía en general, pero sí de la dificultad de su concesión. Los anfitriones de esta exposición de Daido Moriyama, comisariada por Louise Wolthers y Sara Walker, acogen una obra que nos permite reconstruir a través de sus imágenes la “istoria” sin “h” de una ciudad y de un país a través de una mirada personal e íntima de su cazador. Este fotógrafo que se identifica con un perro callejero que deambula solo por las calles de las ciudades, en este caso de Osaka o de Tokyo, y de una manera particular por el distrito de Shinjuku, en el que lleva paseando cada atardecer durante más de cuarenta años. Ese perro que él fotografió hace muchos años, como si fuera su autorretrato y que se ha hecho viral.

Daido Moriyama

El fotógrafo sale con la cámara todos los días y piensa seguir haciéndolo hasta que muera. Lo dice cada vez que le preguntan qué es para él la fotografía, advirtiendo que lo que le importa es descubrir y a continuación capturar su objeto a través de la cámara, dejando en segundo término los tecnicismos de la fotografía. “Sólo quiero sentir y hacer sentir”. La vida real es para él en blanco y negro; la verdad no es en color al principio de su trayectoria, porque en los años 70 la transformación del lenguaje fotográfico que emprende toda una generación de jóvenes fotógrafos como él exige una experimentación radical a la que él color no se presta por diferentes motivos y circunstancias. No obstante, a partir de un cierto momento, en sus declaraciones a la prensa en una de las entrevistas realizadas a raíz de su exposición en la Fondation Cartier pour l´Art Contémporain en París, en 2016, quiere recordar que la fotografía en color es perfectamente compatible con la obra que viene realizando durante más de medio siglo. Si antes acababa revelando en b/n incluso aquellas fotografías tomadas en color, con el tiempo deja aparecer el color como es, es decir “más vulgar”, sin intervenir o sobre todo sin encubrir los defectos que la luz hace aparecer a veces arbitrariamente. Sustituyendo los pequeños y medios formatos más habituales en todas sus exposiciones, Moriyama optó en la Fondation Cartier por hacer una presentación consistente en una instalación fotográfica a modo de grandes carteles imitando los modelos que él ha registrado durante años en su ciudad. De hecho, dijo a propósito que lo había hecho así, porque quería que el público se paseara entre las imágenes como si se encontrara deambulando como él en las calles de Tokio o en un entorno semejante de cualquier ciudad del mundo. Sus imágenes se desdibujan, buscan el dramatismo y fosilizan el misterio del lado más oscuro de la ciudad, al que no siempre se tiene acceso. Ese lado con grano, desenfocado, que las sombras oscurecen o emborronan, a modo de escenas de una novela negra.

Daido MoriyamaMoriyama es un clásico contemporáneo de la fotografía japonesa, como lo son Nobuyoshi Araki, Kazuo Kitai, Mitsugu Onishi, Shuji Yamada, Ryuji Miyamoto o el propio Takuma Nakahira (1938-2015), nacido el mismo año que él, del que dice que fue su único amigo cuando tenía 25 años “y rival”, añadiendo que “era un tipo difícil, pero encantador”; y que no ha habido nadie como él desde entonces”. Este creador de la revista “Provoke” subtitulada “Provocative Materials for Thought” en 1968, junto con el filósofo y crítico Koji Taki, Yutaka Takanashi y el escritor Takahiko Okada, es el teórico de esta generación y de la renovación de la fotografía. Esta se impuso en Japón como instrumento de innovación que invadía otras disciplinas hasta erosionar y trascender límites y géneros que caracterizaban hasta entonces las prácticas artísticas. Moriyama se unió a la revista en el segundo número de los tres que se consiguieron publicar (noviembre, de 1968, marzo y agosto de 1969), a razón de 1000 ejemplares por cada uno, aunque el impacto en la fotografía japonesa de los 70s y 80s fue decisivo para el cambio radical que se operó en el medio, tras decir adiós a la fotografía convencional.

Daido MoriyamaSi Moriyama se autorretrata como un perro callejero que sale de casa todos los días al atardecer a la caza y captura de sus presas, Nakahira se describe literalmente como un “perro escuálido” que va olfateando en busca de una hendidura o una grieta donde descubrir lo que se oculta detrás del paisaje inexpresivo y uniforme de la gran ciudad, para utilizar sus propias palabras. El primero es el que habla de la deconstrucción de la fotografía que se propone materializar a partir del momento que se acaba “Provoke“, sobre la idea de revolucionar la fotografía emprendiendo una nueva etapa confinada a la era post-fotográfica. El nómada urbano en el que se convierte el joven Moriyama todos los días era el que quería matricularse en la escuela de la marina mercante o su equivalente la escuela naval, pero no pudo hacerlo y se dedicó al diseño gráfico antes de empezar a pintar y muy poco después a la fotografía. Todavía en Osaka entra a trabajar como asistente de Iwamiya Takaji y fue en esta época cuando conoció la obra de William Klein (Nueva York, 1926), que acababa de publicar “Broadway by Light” (1958) y a su vez Premio Hasselblad en 1990. Al cabo de un año consiguió entrar en el estudio del fotógrafo Eikoh Hosoe (1933- ), cofundador junto con Shomei Tomatsu (1930-2012) e Ikko Narahara (1931-2020) de la agencia VIVO en 1959, a la que quería asociarse Moriyama. Pero cuando él llega a Tokio, Hosoe acababa de abandonar la asociación. La influencia que ejerció este fotógrafo en Moriyama se puede rastrear en las correspondencias que se desarrollan entre uno y otro con el tiempo. Hosoe en aquel momento estaba realizando el proyecto de libro “Barakei – Killed by Roses” con el escritor Yukio Mishima. El libro que se publicó en 1963 era un retrato dramático y surreal en blanco y negro, cuyo modelo era el mismo Mishima, el cual sugirió modificar el título ligeramente con motivo de la segunda edición que tuvo lugar en 1971 pasando a llamarse “Ordeal by Roses”.

Daido MoriyamaA pesar de las numerosas analogías existentes entre los fotógrafos de su generación que optaron por revolucionar la práctica de la fotografía para explorar las posibilidades del medio rechazando la mera reproducción de la realidad para escribir con la imagen a partir de una radicalidad que erosiona los géneros artísticos, Moriyama se distancia del imaginario de Hosoe decantándose más por el retrato del entorno real, lo que él considera el lado erótico y sexual de la ciudad que desvela en sus imágenes nocturnas a modo de secuencias improvisadas equivalentes a registros documentales de este mundo que sale a su encuentro en los paseos que da todos los días. Se separa de Hosoe y se acerca a William Klein al que la pasada edición de PHE 19 dedicó una retrospectiva en Fundación Telefónica (Madrid) celebrando el 90 aniversario de su nacimiento. Klein es un referente ineludible para Moriyama desde que empieza a dedicarse a la fotografía como se puso de relieve en la exposición que comisarió Simon Baker para la Tate Modern en 2012, donde Klein y Moriyama dialogaban desde los dos extremos del mundo identificados con culturas antagónicas y no obstante unidos por la admiración que ambos se profesan. Si Klein en “Broadway by Light” se sumergía en la jungla de neón de Times Square haciendo fotografías y un corto con textos de Chris Marker y la asistencia técnica de Alain Resnais, para dedicarse en el transcurso de su vida a fotografiar ciudades, a ser un  fotógrafo que trabajaba en la moda y que llegaba a Roma invitado por Fellini para ser temporalmente un asistente suyo, Moriyama salía todos los días a la deriva por alguno de sus barrios favoritos y más oscuros de Tokio, donde no recuerda ni un solo día sin salir con la cámara para copiar como dice él, y secuestrar cada descubrimiento.

Daido MoriyamaSea cual sea el lugar donde se encuentre en el mundo, no puede dejar de practicar este ritual que para él es lo que le mantiene vivo. Ha llegado a decir incluso que la cámara es como una fotocopiadora portátil que siempre transporta consigo para aprovechar cualquier oportunidad que pueda presentarse allí donde esté. “Así que puedo copiar el mundo” dice y es con esa cámara con la que ha creado el impresionante repositorio de imágenes que no cesa de aumentar día tras día, documentando lo efímero, lo que sólo sucede una vez en las calles llenas de transeúntes anónimos que circulan como él y cuyo destino desconoce. Los referentes de Moriyama son muchos más, desde Eugène Atget (1857-1927), que Takuma Nakahira elogia en sus ensayos considerándolo uno de los grandes iniciadores de la imagen documental y por la mirada poética del que fue uno de los primeros cronistas que supo transmitir la melancolía de arquitecturas, monumentos, parques, vendedores, prostitutas, y todas las figuras homónimas de los escenarios urbanos de París al amanecer; hasta Andy Warhol al que Moriyama se remite cuando se le interroga acerca de su interés por la serigrafía. Pero quizá el más afín a él sea Shomei Tomatsu (1930-2012), con el que comparte no sólo su reflexión sobre la traumática posguerra de un país derrotado después de las explosiones nucleares de Hiroshima y Nagasaki y la resistencia ante la modernización acelerada de un país que luchaba por la supervivencia, pero no quería renunciar a su identidad, sino también un lenguaje y una estrategia que cambió radicalmente para siempre la semiótica de la imagen fotográfica de toda una generación hasta hoy. FOTO COLECTANIA presenta 51 fotografías, 44 en el formato 40×50 y 7 en el formato 90×70, además de los cuarenta y dos números de la revista RECORD, libros, catálogos y publicaciones que se podrán consultar cuando la exposición se abra al público, ya que la fecha de la inauguración prevista el 12 de marzo coincidió con la orden de cierre que se extendió a todos los comercios, instituciones, centros y museos con motivo del coronavirus.

Menene Gras Balaguer Directora Cultura y Exposiciones Casa Asia 

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